En el interior del estado los aspirantes a las 105 presidencias municipales han iniciado actividades proselitistas, aunque de manera anticipada pero como políticamente estas cosas se dicen correctas a nadie le llama la atención, ni al mismísimo órgano electoral que por cierto está en el limbo.
El caso es que ha trascendido que para la conformación de las planillas ya no se buscan a las personas idóneas o de buena reputación en su localidad, el principal requisito es que cuente o pueda conseguir una fuerte cantidad en efectivo para asegurar su cargo.
Dependiendo del tamaño del municipio se cotizan las regidurías y los principales cargos públicos, la tesorería es la más cotizada, en los municipios con más de 20 mil habitantes, una regiduría puede costar entre los 40 a 60 mil pesos y la tesorería entre 80 a 100 mil pesos.
Dicho esto, podemos entender cómo se siembra la semilla de la corrupción, pues es obvio que todos los inversionistas van a tratar a toda costa recuperar su capital.
Ahora bien me pregunto, ¿como estas personas que aceptan hacer estas aportaciones piensan que los ciudadanos les deben respeto?
¿Con qué calidad moral van a proceder si detectan desvíos o actos de corrupción en la administración de la cual son parte?
Lo que mal comienza, mal acaba.
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